LA ISLA DE PEDROSA

A lo largo de nuestra historia, el ser humano a luchado e intentando combatir contra todo tipo de enfermedades. En el siglo XIX y principios del XX la tuberculosis o la peste jugaron un duro papel en la España de entonces. Muchos de estos enfermos venían de otros países, cuando estos barcos llegaba a puerto sus pasajeros eran obligados a pasar una cuarentena en estos lugares que hoy conocemos como Sanatorios. En muchas ocasiones el traslado de estos enfermos a los hospitales llevaban a cabo el contagio de muchas otras personas, por eso en el pueblo Cántabro de Pontejos más concretamente en Pedrosa, nace la Isla de la Salud.
                                                                                                                                          
                Pedrosa tiene una extensión de 1613 hectáreas, de las que 968 corresponde a la Isla y 645 más tierra firme. Esta ínsula en el punto sur-occidental  de la bahía Santanderina jugo un destacado papel como Lazareto del puerto de la capital. Su carácter de lugar aislado convertían a este islote  en un enclave ideal para el aislamiento de los enfermos que arribaban en la península y así no correr el riesgo de contagio entre la población ya que los barcos procedentes de Cuba eran propensos a portar todo tipo de males tropicales.
                La junta de comercio de Santander inicio en 1834, los trámites para convertir a Pedrosa en un Lazareto o lugar de cuarentena. Esta legua de tierra unida actualmente por un puente al pueblo de Pontejos se convirtió en un punto de interés sanitario algo  que aun hoy en día sigue llevándose a cabo no obstante, el título oficial de Lazareto no llego hasta 1869, momento en que comienza a operar con una finalidad que se interrumpirá hasta 1914. Muchos de los afectados eran niños-  a los que pedrosa dedico un especial cuidado con un pabellón específico- y la farmacopea apenas se había desarrollado para hacer frente a las patologías infecto-contagiosas. En 1914 cierra para reabrirse como centro preventivo y terapéutico, con carácter nacional, para enfermedades tuberculosas de localización ósea.

         





Entre toda clase de árboles, se alzan nueve edificios al que hay que añadir el que se cree  que era el de residentes permanentes.
En la isla se contaba con una iglesia, un pabellón para los hombres, una para las mujeres y otro para los niños; un pabellón para los enfermos terminales, la residencia donde vivía los y las enfermeros/as; la casa del administrador, la del director;  el teatro y el balneario. Actualmente una asociación contra la drogodependencia son los encargados del mantenimiento y la reconstrucción de estos edificios.
Dos de estos edificios en concreto son los causantes de que nos desplazáramos a este lugar, movidos por la curiosidad y la historia que albergan.
         No podíamos dejar pasar aquella oportunidad de pasear entre aquellas hermosas ruinas con dos grandes amigos que se unieron a nosotros en mitad de aquella majestuosa mole hoy apagada por el tiempo. Los pasillos se hacían interminables las salas donde antaño habitaba el dolor y sufrimiento, hoy está en silencio.  
         Nuestros amigos Carlos y Juan  fueron participes de lo que allí se vivió durante más de ocho horas de investigación que comenzaron en el edificio denominado como  terminales, es decir donde los enfermos pasaban sus últimos días. Este edifico se encuentra en ruinas cuenta con tres plantas las cuales hoy en día están desplomadas y solo se puede visitar la planta baja, donde  se encuentra las salas nº 9 y 10, aparentemente, supuestos quirófanos.  Posee una enorme galería donde sacaban a los enfermos a tomar el sol en días soleados. En este lugar donde esa impregnación, -de la que tanto hablamos cuando tratamos lugares donde hubo un dolor latente-, no hizo presencia dado que nuestra aparatología no logro capturar ni un solo registro y las sensaciones personales fueron bastantes vagas.
El segundo lugar donde realizamos las investigaciones fue en la llamada Casa de la Picota, donde se cree que se internaba a los pacientes que no tenían cura y por desgracia debían de permanecer aislados de por vida. Este lugar no dista mucho del anterior en cuanto a descripción se refiere, lo que si hay que mencionar es el mejor estado de conservación recorrimos planta por planta pero desde luego que la tercera fue sin duda la más inquietante de todas en cuanto a parafonías e incluso nuestros amigos e invitados de ese día Carlos y Juan, afirmaron haber oído algún golpe y una especie de grito,. Algo que concordaría con una de las parafonias obtenidas y escuchadas insitu. Nuestros compañeros Carlos y Juan que ese día decidieron ser participes de esta investigación pudieron confirmar y ser testigos de cómo mientras descendíamos a la planta mas inferior del hospital, un fuerte golpe proveniente del piso superior hizo que nos estremeciéramos, pero hay teníamos a nuestro hombre de hilo Salva para tranquilizarnos un poco.- Seria una puerta o algo.-
Si, la explicación estaba bien, si hubiera alguna puerta ya que las cuales inexistian o alguna ventana ya que por seguridad todas estaban o cerradas o tapiadas. ¿Poltergeist? Quién sabe, lo que sí que desde luego pudimos sentir fue ese dolor y esa angustia que producen las salas frías, revestidas con esos vetustos azulejos típicos de entonces que llaman a desconcierto, a dolor y malestar. No puedo imaginar las sensaciones de esos pacientes encamados día y noche o a esos enfermeros recorriendo los interminables y angostos pasillos empujando esas chirriantes camillas camino del tanatorio, mientras que los enfermos pensaban si el siguiente en ocupar una de esas camillas serian ellos. Sin duda, al margen de la parapsicología, el lugar tiene un encanto especial y no hay más que pasear entre esas palmeras, esos pinos, hayas... para darse cuenta de que es una isla que por mucho que pasen los años y por mucho que cambien los tiempos seguirá albergando esa paz y esa salud, intención con la que fue creada.


    Este reportaje creo que debe de ser dedicado de algún modo a esos enfermos que pasaron sus días allí pero sin duda también a esos profesionales de la medicina que también pasaban allí sus días, intentado paliar el dolor y sufrimiento no solo de los pacientes, sino también de los familiares. No nos podemos olvidar del actual uso de la isla y de la majestuosa labor que está realizando la asociación contra la drogodependencia y del centro de menores. Ni de esos paciente que actualmente residen allí que tienen tanto merito o más que los médicos y educadores. Gracias a vosotros Carlos y Juan por querer corroborar lo allí ocurrido y que ocurre y acercaros un poquito más al mundo de lo insólito de la mano de Tiempo cero, Siempre estaréis hay. Y gracias al archivo de Santander y al diario de Santander por toda la información prestada.

4 comentarios:

  1. YO ME CRIE EN PEDROSA, FUI UNO DE LOS ENFERMOS DE LA POLEOMILITIS Y ME CURE ALLI, PASE TODA MI INFANCIA Y PARTE DE LA ADOLESCENCIA EN ESA ISLA
    ESTABA EN EL PABELLON UNO, CONOCI A D. RAMON EL PARROCO, D. RAFAEL EL DIRECTOR, SOR ASU LA MONJA
    SOR ANGELES, SOR MERCEDES, LA SRTA. TINITA, AL HIJO DEL ADMINISTRADOR, HABLAMOS DEL AÑO 63, QUE INGRESE CON DOS AÑOS. GRACIAS POR TU BLOG, ME GUSTARIA TENER CONTACTO CON GENTE DE PEDROSA, MI CORREO ELECTRONICO ES calvo_blanco@hotmail.com.

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    1. Hola, yo tambien estuve en Pedrosa, en la decada de los 60, tambien soy una afectada de poliomielitis

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    2. Hola Eduardo, Gracias por tu comentario. Decirte que creo recordar que habia una pagina de personas que habian pasado por Pedrosa. La verdad que cuando estuvimos en ese lugar, pudimos setir una energia muy especiale incluso en algunos lugares de el primer pabellon, la sensancion era algo extraña, como si alguien o algo estuviera observando lo que haciamos. Seguramente hiciste muy buenos amigos durante todo ese tiempo, y sobre todo, miles de aventuras y anegdotas.

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  2. Hola Leo, Puedes ver que nuestro amigo Eduardo, tambien estuvo por aquellos años en Pedrosa, tal ver llegasteis a conoceros. Tiene su correo en una de los comentarios. Tal vez, haya una segunda vuelta a la Isla de Pedrosa, todo depende del direcctor de grupo, aunque no deja de soprendernos dotas las historias que ocurrieron en este lugar. Desde la llegada de los barcos de Argentina, la cuarentena en dicho lugar, uuuffff. Son historias reales que poco a poco se ban quedando en la memoria de nuestros abuelos y que hoy en dia la gente joven no quieren escuchar. Pero en realidad, es un legado que nuestros antepasados no ban dejando. Una lastima que hoy en dia no sepamos escuchar a nuestros mayores. Un saludo Leo.

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