PERDIDO EN EL
TIEMPO
Convento de Santa María de los Ángeles, ubicado
en pleno parque natural de la Sierra de Hornachuelos, en la provincia de
Córdoba. Aprovechando las vacaciones me acerque con mi hijo hasta el pueblo de
Hornachuelos y preguntar a los lugareños por el camino que debíamos tomar para
llegar hasta el convento y si podía accederse con el coche, a lo que me
respondieron que ya no se puede subir, había que hacerlo a píe y a poder ser con
la fresca del día o por la tarde antes de oscurecer hay una distancia de unos
cuatro a cinco kilómetros. Hicimos un intento de llegar hasta el convento, pero
tuvimos que desistir debido al calor y la hora que era (12:30 del medio dia y
una temperatura de 29º).
Al día siguiente a las nueve de la mañana, me dispona yo solo a llegar hasta este enclave; tenía lo imprescindible en mi mochila y en el maletín. Dos grabadoras, una linterna y frontal, sensores de movimiento, cámara de foto, dos cámaras de video, trípode, pilas de repuestos, baterías, mi diario de campo, algo de comida y un litro de aguan congelada; todo esto en una mochila y un maletín y si, cogió todo. Después de este repaso, me puse en contacto con la Guardia Civil de Hornachuelos, les comente que me dirigía al convento y que estaría de vuelta a eso de las dos de la tarde -(es bueno dejar aviso en algún puesto por lo que pueda suceder); me tomaron los datos y el nº de teléfono, minuto después me dirigía al embarcadero donde dejaría el coche y desde allí, cogería la senda que me llevaría hasta el convento.
Una caminata de una hora y veinte minutos por una senda que transcurre paralela al embalse y de una dificulta media. A las nueve y cincuenta minutos, comenzaba mi andadura en busca del Convento.
Cuarenta minutos más tarde puedo divisar a lo lejos el convento, lo que me anima a apresurar un poco más el paso. A un kilómetro antes de llegar al convento, me encuentro con un lugar de ensueño, un pequeño riachuelo, con varias Adelfas que le dan un colorido y un encanto especial, me senté unos minutos a escuchar el sonido del agua, fue muy relajante. Minutos después, reanudaba la marchar.
A casi a unos seis ciento metros antes de llegar, nos encontramos con una fuente con tres caños; salud, amor y suerte, guarde una pequeña botella con agua de estos tres caños; me llamo la atención un gran Eucalipto que había cerca, éste podía llegar a medir entre 12 y 14 metros de altura.
Volvemos a cogemos la senda que empieza a ser cuesta arriba hasta llegar a la gran cruz de granito erigida cinco metros antes de llegar al convento, a las once y cuarto, me encontraba en las puertas del antiguo convento de Santa María de los Ángeles que después paso a llamarse Seminario Diocesano.
En 1490 Fray Juan de la Puebla, inicia las obras de construcción del convento y construyendo una iglesia en honor a la reina de los Ángeles. En 1494 los Reyes Católicos visitan el convento. Sufre tres incendio, el primero en 1498, 1543 y 1655.
En 1836 los frailes llevan en procesión a la virgen hasta la iglesia de Hornachuelos y en 1845 el convento queda abandonado. Después de ser vendido al ecijano Don Agustín Díaz y Armero quien comenzó con la restauración para más tarde ser vendido a los Marqueses de Peñaflor en 1884. Poco antes de morir la Marquesa, dono el convento al obispado de Córdoba con la condición de que hicieran un seminario, y así fue a partir de 1957, se abre el centro como seminario, ampliándose en el curso 1962-63 de hecho sólo quedó de lo antiguo la capilla original ya que este convento sufrió varios cambios y ampliaciones.
Como cada lugar, este también tiene sus leyendas (el salto del Fraile). A unos 200 metros del convento se encuentra una vieja casa sin techo, de muros de piedra. Junto a ella un saliente desde el que se tiró el Fraile confesor de la mujer de Antonio Muñoz, vecino de Hornachuelos que enterado de los amoríos de su mujer y el fraile subió hasta el salto del fraile y apuñalando a éste le tiró por el barranco, el fraile salió ileso de la caída y Antonio fue entonces encarcelado por el alcalde de Hornachuelos Don Francisco de los Infantes. Hoy día es casi inaccesible el poder llegar hasta este lugar, los frailes que durante los últimos incendios saltaban saltaban al acantilado intentando alcanzar el río para apagar sus llamas
Camino por algunos pasillos hasta llegar a la
iglesia, aquí será, donde dejare el equipo mientras visito las diferentes
estancias y plantas del complejo. Hay infinidad de pasillo y habitaciones, las
cuales me llaman la atención ya que son todas idénticas es como si todas fueran
fotocopias, otras estancias son algo más grandes. Habitaciones, oficinas,
dormitorios, baños, pasillos, y todo ello perfectamente comunicado. Viendo el
tamaño de las cocinas, podemos hacernos una idea de los seminaristas,
profesores, y gente de mantenimiento que debía de vivir en aquel lugar. Cuando
llevaba como unos veinte minutos, pude escuchar el cerrar de algunas contras de
las ventanas al igual que el chirriar de alguna puerta al cerrarse y una
sensación de no estar sólo en aquel lugar, y no me refiero a personas físicas,
una sensación de que algo me estaba observando, esa sensación duro todo el
tiempo hasta dejar aquel lugar. Sabía que no había nadie, pues durante algunos
minutos estuve preguntando en voz muy alta: ¿HAY ALGUIEN AQUÍ? A lo que nadie
me respondió.
Durante dos horas, con cámara de fotos y cámara de video, puede disfrutar paseando por aquellos pasillos y escogiendo lugares para posteriormente, colocar las grabadoras; recorrí varias plantas donde tiempo atrás era un ir y venir de gente, hoy día, apenas somos cuatro los que deambulamos por estos pasillos.
Sobre las doce del medio día había una temperatura de unos 24º a 25º en el exterior, en el interior variaba algunos grados según el lugar (entre unos 19º a 21), como digo, sobre las doce comenzaba con las grabaciones de audio, coloque las grabadoras en los lugares que había señalado anteriormente a la espera de obtener alguna parafonias. No quería irme de aquel lugar sin visitar la gruta donde dicen que se hicieron algunos enterramientos y donde tiempo atrás una mujer falleció bajo el monasterio tras hacer penitencia varios años. Todo esto es un cumulo que hace que el fenómeno permanezca en este lugar esperando que algo o alguien les escuche.
QUIERO AGRADECER VUESTRO RELATO.MI HIJO TENÍA QUE HACER UN TRABAJO SOBRE HORNACHUELOS, EL PUEBLO DE SU ABUELA MATERNA , Y LO HA ELEGIDO PARA SU COMENTARIO. GRACIAS
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